Lo que uno piensa de los otros, en el fondo es lo que uno piensa de sí mismo. Ya está. Si quieres conocer cómo eres mira lo que ves en los demás. ¿Sabes reconocer la excelencia en algún campo sin envidia ninguna? Entonces es que eres excelente. Y viceversa, claro.

 

En la tendencia a la autorrealización, al crecimiento, a la consecución de las potencialidades humanas (incluyendo el altruismo) vamos desarrollando una autoestima adecuada. El objetivo es conseguir un equilibrio en la manera en que queremos y nos queremos.

 

Encontramos cuatro niveles de respuesta:  

 

Auto, en referencia a uno mismo, y estima, consideración en que tengo algo. Por tanto, juntándolos tenemos la consideración, la valoración, que cada cual hace de sí mismo. Por proyección, la que haría del otro.

 

Para saber qué es lo que opinamos sobre nosotros mismos en realidad hay que acudir a un cúmulo de muchas cosas en realidad, estudiarse a fondo. Si se concluye que ésta no es buena, lo que hay que tratar de ver es cómo cambiar, modificar, reconocer los diferentes pensamientos que están bajo las palabras, los gestos, los hechos y los indicadores fisiológicos.

 

Puesto que la autoestima tiene que ver con la manera en que nos evaluamos en la consecución de las diferentes potencialidades de nuestra vida, hagamos una lista de cuáles son éstas. Qué cosas en nosotros se dan de un modo innato o aprendido. Veamos en qué medida se han cumplido y en qué medida hay que tener el arrojo de ponerse a la acción. Podemos hacer una enumeración de menos a mayor dificultad en el afrontamiento. Se hace un plan de actividad, comenzando por la relajación y por último se materializa en conducta lo que se había programado.

En cuanto a la proyección, empieza a ver lo bueno de los otros sin entrar en comparaciones. Reconocerlo y decirlo.