Lo más habitual es tener no poder dormirse tras estar mucho tiempo tumbado en la cama, despertarse tras horas de sueño y no poder volver a dormir, despertarse y volver a dormir en períodos muy cortos una misma noche y despertar por la mañana sin haber descansado bien durante la noche.

Estos problemas de sueño, pueden ser el producto de estar sometidos a situaciones de estrés y ansiedad en nuestro día a día. Preocupaciones por la salud, el trabajo, los estudios, amigos, la familia o la pareja, hacen que en el momento de tumbarnos en la cama no podamos hacer otra cosa que darle vueltas a pensamientos que “nos quitan el sueño”.

 

A veces es necesaria la ayuda de un profesional de la psicología para lidiar con estos pensamientos, pero desde casa también podemos seguir unos hábitos que nos ayuden a conciliar el sueño:

 

– Evitar la cafeína y el alcohol antes de dormir.

– Realizar ejercicio a lo largo del día.

– No echarse la siesta, o reducirla a 20 minutos.

– Hacer de la habitación un lugar lo más agradable y tranquilo posible.

– No mirar las pantallas de televisiones y los teléfonos móviles antes de dormir.

– No hacer cenas copiosas.

– Cenar varias horas antes de ir a la cama.

– Tener una rutina antes de ir a dormir, como ducharse y lavarse los dientes todos los días antes de ir a la cama.

– Ir a la cama todos los días a la misma hora (siempre que se pueda).

– Utilizar la cama y si es posible, la habitación) solo para dormir, evitando ver series, utilizar el teléfono o leer en ella.

– Si no consigues dormir tras un rato, levántate, haz alguna actividad fuera de la cama y no vuelvas hasta que tengas sueño.

 

Si a las indicaciones anteriores, le añadimos el realizar varias respiraciones profundas para relajarnos, mientras estamos en la cama, será más sencillo dormirnos sin dificultad.