¿Cómo un contratiempo puede hacerme sentir bien?

¿Cómo un contratiempo puede hacerme sentir bien?

autocontrol
Un día cualquiera te levantas descansado, tranquilo y piensas “todo va a salir bien”. ¡Genial!, comienzas con un pensamiento positivo. Positivo y realista. Ningún dato puede desmentirte.
 
No podías haber empezado mejor, como mandan los cánones. ¿Quién se atrevería a ponerte objeción alguna?
 
De pronto, una llamada inesperada. Ya el hecho en sí que te llamen tan temprano te inquieta, te molesta un poco. “No tendrá otra hora”, piensas, incluso lo dices en voz alta. Descuelgas el teléfono y… el primer contratiempo. Viene tu jefe de zona y quiere una reunión contigo, nada más llegar al trabajo.
 
Se te disparan todas las alarmas. “Algo querrá y no bueno” . “Más exigencia” “más objetivos” y “espérate que no sea algo peor”. Pero si no está ocurriendo nada de momento. ¿Por qué has perdido el realismo? ¿Y el positivismo? ¿Qué ha pasado con él?
 
Con tanto pensamiento revoloteando, no te das cuenta que has calentado demasiado el café. Sale humo, te precipitas, te quemas la punta de la lengua. Sueltas la taza de golpe, «¡Qué horror!”, te dices. Has derramado todo, llegarás tarde si quieres recoger, si no se quedará así y te las tendrás que ver con tus compañeros de piso…
 
Todo esto, que parece una exageración, no lo es. Si no esto mismo, ¿a quién lo ha sacado de sus casillas un contratiempo por pequeño que luego pueda parecer? Un examen que creías suspenso te produjo un cabreo considerable para comprobar después que estaba aprobado. Un trabajo que parecía no iba a llegar fue el motivo de la primera llamada matutina que, después del susto inicial, tanta alegría te produjo. Y podríamos continuar con ejemplos, unos tras otros. Es cierto que no todos acaban tan bien. Pero la mayoría de las situaciones, pasado el tiempo no son tan graves, incluso hasta nos reíamos de lo acontecido años después.
 
Recapitulemos. Es evidente que la llamada no la podemos evitar, pero la actitud con que descolgamos sí. Saber ver la oportunidad, al menos estar tranquilos, sin activar defensas innecesarias, en lugar de presuponer un conflicto subyacente, sería clave para no entrar en esa espiral, que sin duda es evitable.
 
Puede llegar un momento incluso que el día entero sea así, el estrés se haya apoderado de tal forma que no hay manera de sentirse bien y pensar mejor. Esperamos la noche para decir aquello de “mañana será otro día”. Como si de borrón y cuenta nueva se tratase.
 
Ahí radica mi primera reflexión. Comenzamos el día como un lienzo en blanco, tenemos en mente, más o menos, cómo lo queremos pintar, con esa tendencia innata a la estética y a la excelencia. El primer contratiempo sería como un borrón, como un fallo por que el ya no somos capaces de continuar igual.
 
Como cuando éramos pequeños y nos equivocábamos en la caligrafía, a romper la hoja y comenzar de nuevo.
Y no nos damos cuenta que cada segundo es un nuevo comienzo, queda atrás el supuesto borrón y empezamos un nuevo minuto un nuevo cuadro una nueva oportunidad para completar el círculo perfecto.
 
Y eso sin contar con que al estar nosotros dentro no podemos valorar los matices que tendría visto desde fuera, que sin esos contratiempos, quizá la perfección, el orden, la secuencia que buscábamos no sería lo mismo.
 
El contratiempo, lo inesperado, la alteración del esquema que pretendíamos es lo que viene a completar precisamente la belleza del cuadro.
 
Por tanto, estemos pendientes de los pequeños contratiempos porque nos darán la información que necesitamos para adquirir más sabiduría y paz interior. Entonces sí, dejaremos que la vida sea esa aventura donde el presente paso es el importante, el que traerá la experiencia genial de lo desconocido, sin preocuparse por ese futuro, sin quedarse anclado en el pasado. La obra de arte que es nuestra propia vida dejaremos que sea.
 

Por: Manuel González Batres – 31 de enero de 2020

Scroll al inicio
Abrir chat
WhatsApp
Hola
¿En qué podemos ayudarte?