Para estas circunstancias son esenciales que los padres puedan ayudar a sus hijos a gestionar esta crisis y que la prioridad por ellos está por encima de los intereses y sentimientos de los adultos.

 

Tenemos que tener en cuenta:

– Proteger a los hijos para que no se involucren, ya que si lo hacen tienen mayor riesgo de repetir esos patrones. Los hijos no pueden ser un arma arrojadiza con el que atacar a la ex pareja.

– La familia permanece completa, los hijos no se divorcian, aunque la familia esta desintegrada pero completa. Seguirá existiendo un padre, una madre y unos hijos. Cada uno tiene que seguir cumpliendo su rol.

Por lo tanto, ambos seréis padres y juntos formáis una familia, aunque con una estructura diferente. Esta parte sería conveniente explicársela para reforzar esa seguridad al progenitor, por ejemplo “Aunque ya no vivamos juntos los dos te vamos a seguir queriendo toda la vida y te vamos a cuidar y proteger como antes.”

– No se debe mantener una relación por los hijos. Enseñarles este modelo de que la pareja no puede ser feliz y tiene que renunciar al amor por los hijos, no es una buena opción, es muy probable que en un futuro los hijos se sientan culpables o responsables de la infelicidad de sus padres.

– Desde el punto de vista clínico apostamos sin duda por la comunicación, ya que es la mejor manera de explicarle esta situación. Si existe dolor, los padres tendrán que enfocarse en hacer que los hijos vivían este nuevo modo de vida como la mejor opción para todos. Explicarle esta situación con un cuento o con una historia creada sin ocultar información.

 

Para dar un pequeño adelanto del próximo post, continuare hablando de este tema, pero nos centraremos en las diferentes reacciones emocionales del niño según su edad.