Cuando dejas de controlar todo…

“Algunas cosas están bajo nuestro control y otras no. Sólo tras haber aprendido a distinguir entre lo que podemos controlar y lo que no, serán posibles la tranquilidad interior y la eficacia exterior.” Epicteto, célebre filósofo de la corriente llamada estoicismo, (año 55 d.c.)
Todos los días nos encontramos con situaciones que suceden fuera de nuestro control, no todo sale como teníamos pensado, puede llover cuando teníamos algún plan preparado, puede que alguien nos diga algo que no nos gusta, que se nos pinche una rueda del coche, miles de situaciones que, dependiendo de nuestra actitud ante ellas, hará que nos sintamos de una manera o de otra.
Si en el trayecto al trabajo te encuentras en un atasco, tocar el claxon y estresarte no hará que el tráfico vaya más fluido, pero sí te traerá un mal humor que te acompañará durante el resto de la mañana y te condicionará el rendimiento en tu trabajo.
Si en lugar de eso te centras en permanecer tranquilo, aprovechas para escuchar un podcast, música u organizar tu día cuando salgas de trabajar, te ahorrarás un gasto de energía inútil.
Muchas veces no solo queremos tener controlado lo que nos ocurre sino mucho peor, lo que digan o lo que hagan otras personas, nuestras parejas, amigos, padres, hijos… lo que conlleva una gran pérdida de energía y de tiempo y pone en riesgo nuestra salud mental y la de los demás.
A menudo creemos que hasta tenemos control sobre las emociones de los demás, que lo que sientan nuestros familiares depende de nosotros, hacemos atribuciones que no nos corresponden, que no son nuestras, sino que pertenecen a los demás.
Aprender a diferenciar lo que está en tu mano de lo que no, te ayudará a aliviar el estrés, a reducir conflictos, a vivir más tranquilos, en definitiva, te aportará mayor satisfacción vital.
Cosas que PUEDES CONTROLAR: lo que piensas, lo que opinas, lo que dices, lo que haces, lo que sientes, lo que decides, tus valores, tu esfuerzo, las personas de las que te rodeas…
Cosas que NO PUEDES CONTROLAR: lo que piensen los demás, lo que opinen los demás, lo que digan los demás, lo que hagan los demás, lo que sientan los demás, los que decidan los demás, los valores de los demás, el sufrimiento de los demás, las circunstancias, el clima…
No quiere decir que las cosas no nos afecten ni sintamos emociones. Una emoción aparece porque nuestro cerebro reacciona ante algo, pero el detectar esa emoción y hacer algo para manejarla sí está dentro de nuestro poder de acción.
Podemos tener presente una frase de otro filósofo estoico, Marco Aurelio (121 d.c.):
“Tú tienes poder sobre tu mente, no sobre los acontecimientos. Date cuenta de esto y encontrarás la fuerza.”
Es aquí cuando empiezas a tener poder sobre ti mismo, ese poder que nos aporta el conocimiento de tus reacciones. Si pones el foco en aquello en que tienes poder y puedes cambiar, avanzarás y te acercarás más a tus objetivos
Es importante también observar la manera en que nos hablamos. A raíz de esto encontramos otra frase de Epicteto:
“No son las cosas que nos pasan las que nos hacen sufrir, sino lo que nosotros nos decimos sobre esas cosas”.
El sufrimiento se debe en parte a la forma negativa que tenemos de hablarnos. Por ejemplo, tras una conversación con una persona desconocida puede que nos digamos “me comporté como un tonto, respondí de una manera absurda, no sé relacionarme con los demás”. Lo que nos ha sucedido no ha sido el detonante de nuestro malestar, sino lo que nos decimos sobre cómo hemos actuado.
Lo importante es ser conscientes, observar cómo nos hablamos y de qué manera a veces distorsionamos la realidad, para luego ser más compasivos con nosotros mismos.
Cada persona somos responsables de nuestros actos y reacciones, y es en esto en lo que nos debemos de centrar.
Así escribía Epicteto en Enquiridión, un pequeño manual con consejos estoicos:
«Cuando cualquier persona te trate mal o hable mal de ti, recuerda que ella hace o dice esto porque cree que es su deber. No le es posible entonces seguir aquello que te parece correcto a ti, sólo lo que le parece correcto a ella.”
Esto no significa que permitamos que nos falten al respeto, nos resignemos o nos quedemos en la pasividad, generándonos frustración, sino más bien que no nos tomemos las cosas de una forma personal y seamos capaces de tomar cierta distancia reflexiva.
Entender que las personas suelen actuar de manera ofensiva por ignorancia o por condicionamientos personales será liberador para nosotros. Son ellas mismas las víctimas de sus ideas y de una programación sociocultural inculcada que ni siquiera se han planteado.
Hazte el máximo responsable de tus acciones y nunca más tendrás que buscar culpables.
Por: Prados González Batres – 12 de septiembre de 2022