Con esta entrada, quiero hablar sobre fantasías inconscientes y gratificaciones inmediatas. También habrá algo de criptomonedas, pero las veremos desde una perspectiva psicológica, intrasubjetiva.

 No voy a extenderme en la definición de este relativamente nuevo dinero virtual, llamado a convertirse, para muchos, en el sistema de pagos del futuro. Para saber más basta usar google y escribir bitcoin, la moneda de referencia. Existe una creencia primitiva inconsciente (primitiva en cuanto al desarrollo psíquico) de que existe un otro todopoderoso que nos puede arreglar mágicamente. A menudo se le hace depositario de esa creencia al terapeuta, al médico o a cualquier otra persona valorizada (en origen, a los padres). También la podemos depositar en ideas más abstractas, como «la ciencia» o cualquier otra panacea que no requiera de nuestro esfuerzo e implicación. Hay personas que llegan a pensar incluso que si esa entidad no lo arregla todo es únicamente por una especie de insensibilidad sádica. Pero la realidad es que nadie tiene ese poder y el aferramiento a esa creencia solo conduce a dificultar aún más el desarrollo de la individuación y las capacidades propias. Queremos un absoluto y lo queremos para ya mismo, no me digas que no existe…

 

Y ese es, al menos uno de los lugares psíquicos que ocupan las criptomonedas en nuestra subjetividad. Enriquecimiento rápido, sin límites, sin esfuerzo, sin riesgos (o son negados inmediatamente). Hay chavales que piensan que invirtiendo 60€ no tendrán que trabajar el día de mañana, es decir, jamás, nunca. Hay que entenderlo, nuestro niño interior, presente en todos los adultos, tiene deseos parecidos. Pero claro, la diferencia es que nosotros ya sabemos bien que aquello de que «el ladrillo nunca baja», no resultó ser muy cierto al final… y ese montón de limitaciones que hemos ido aceptando y configuran el criterio de realidad, como que pocas cosas son realmente gratis, que normalmente las cosas se consiguen con cierto esfuerzo, etc.

 

¿Y qué hay de la gratificación inmediata? Esta característica las criptomonedas la comparten con otros muchos elementos actuales: el móvil, los videojuegos, las apuestas, las compras compulsivas, la comida en ciertos casos… y un interminable etc. Cuando no queremos escucharnos a nosotros mismos, cuando no queremos mirar hacia adentro porque cuesta enfrentar ciertas realidades internas… todos esos elementos los tenemos muy a mano para anestesiarnos y, me temo, seguir igual, arrastrando el mismo sufrimiento, que queda concienzudamente silenciado.

 

Si piensan que las criptomonedas son el futuro, súbanse al barco, pero no lo apuesten todo y apuesten más por sí mismos. Esto no es un consejo financiero, es un consejo psicológico.