Embarazos sanos, hijos felices

Si estás embarazada o tienes pensado estarlo o bien si conoces a alguien en ese estado, este artículo va a resultar de tu interés y podría cambiar el rumbo de la salud mental del bebé.
Embarazos no deseados, con muchas complicaciones, traumáticos, con unos niveles de estrés elevados, madres víctimas de violencia intrafamiliar… van a ser situaciones que afecten en gran medida a la mujer embarazada, lo cuál tiene una relación directa con el feto que lleva en su interior.
Cada vez hay más estudios que corroboran la importancia de la epigenética, del papel que cumplen los traumas familiares en las futuras generaciones.
Aquellas personas que sufren estrés y ansiedad tienen elevados los niveles de cortisol, sin embargo, en los que padecen estrés postraumático los encontramos muy bajos. Ahora nos hacemos la siguiente pregunta, ¿Estos niveles de cortisol se los transmitimos a nuestros hijos? La respuesta es sí. Investigaciones como la de Yehuda y sus colegas nos confirman que si unos padres han tenido o tienen TEPT las probabilidades de que los hijos tengan síntomas de ansiedad o depresión se triplican. Se confirma que nuestros problemas emocionales se transmiten de generación en generación hasta que los hagamos consciente a través de terapia y podamos aceptar e integrar todo nuestro pasado.
La creencia que tenía la sociedad era que la madre únicamente proporcionaba nutrición a su niño durante el embarazo. Ahora sabemos que la sangre a través de la que el niño se alimenta conlleva mucho más que nutrientes. En 1992 Bruce Limpton demostró cómo los pensamientos y emociones afectan a nuestro ADN. Esto significaría que las emociones de la madre pueden alterar bioquímicamente la genética de sus hijos.
Si un feto se alimenta a través de la pared de la placenta. Junto con los nutrientes, la madre transfiere hormonas y otras señales de información generadas por las emociones que siente, por lo tanto, si estamos ante una madre con miedo, esa sensación es la que está transmitiendo a su bebé.
Con todas estas reflexiones dejamos instaurada la idea de la gran importancia de llevar un embarazo sano y feliz, tanto por parte del padre como de la madre. Ambos, están generando emociones y sensaciones nuevas a diario y todas ellas son transmitidas a su bebé que aún no ha nacido.
Y cuando tenemos un bebé recién nacido, ¿qué responsabilidad tenemos en lo que a salud mental refiere? ¿qué importancia tiene mi comportamiento y el de mi pareja en el desarrollo psíquico del bebé?
Muchísima. Cuando un niño nace está desprotegido, no puede valerse por sí mismo, necesita el calor de sus progenitores y el alimento de su madre simplemente para sobrevivir. Ahora bien, ¿es suficiente? Por supuesto que no. El bebé necesita encontrarse en un entorno seguro para poder tener un desarrollo sano, crear un apego con sus padres y sentirse a salvo.
El apego es la relación que establecemos con personas con las que tenemos un vínculo afectivo. Comienza cuando la madre está embarazada y por ello es la primera figura de apego. La respuesta de apego es la relación más fuerte de los seres humanos y responde a las necesidades de sentirse seguro, fuerte, protegido… ya en 1932 Harlow estudió la importancia del mismo y demostró la relación de padres cariñosos, felices, protectores, que cubren las necesidades básicas de los hijos… con un apego seguro que dará lugar a un desarrollo psicológico sano. Mientras que por el contrario, se observa que aquellos sujetos con un apego insatisfecho pueden desarrollar conductas desadaptativas.
Erikson trae la conclusión de que un niño que es cuidado, en un entorno feliz y en el que confiar, establecerá las bases para mantener relaciones en el futuro basadas en la seguridad y la confianza de que los demás no son una amenaza, y así podría pasar a la segunda etapa que comienza poco después.
Según señala Winifred Gallagher, conocida por sus trabajos en ciencias de la conducta, cuando se separa al recién nacido de su madre se produce una abstinencia similar a la de un drogadicto cuando no tiene su dosis. Podemos ver un claro ejemplo si aislamos a una cría de mamífero de su madre, que el llanto es desconsolado, protesta y se siente ante una situación de peligro que puede dar lugar a una desesperanza según señalan expertos en la neurociencia del vínculo materno-filial.
Toda esta reflexión es fundamental para que los padres sean conscientes de la gran importancia que tienen durante el embarazo y todo el desarrollo a lo largo de la vida del niño. Si obviamos esto, repetiremos los mismos errores que se cometieron en un pasado con generaciones anteriores.
Gallagher, W. (2014). Atención plena. Books4pocket.
Lipton, B. (2010). Biología de la transformación. Cómo apoyar la evolución espontánea de nuestra especie. Palmyra: Madrid.
Wolynn, M. (2016). Este dolor no es mío. Identifica y resuelve los traumas familiares heredados. Gaia: Madrid.
Por: Laura María González Delgado – 26 de enero de 2022