¿No entiendes a tu hijo adolescente?

¿No entiendes a tu hijo adolescente?
Muchos padres expresan no entender a sus hijos adolescentes. Lo cierto es que posiblemente no se entiendan ni ellos. La adolescencia es un verdadero tsunami emocional y hormonal.
No terminamos de entender sus conductas impulsivas, retadoras, inmaduras e incluso peligrosas. A veces parece que ellos no piensan las cosas a fondo o no consideran las consecuencias de sus acciones.
Los adolescentes son diferentes a los adultos en la manera en que se comportan, resuelven problemas y toman decisiones.
En realidad, sus conductas son así, en parte, debido a la metamorfosis cerebral que se está llevando a cabo en el interior de su cráneo. A simple vista no podemos ver qué ocurre en su cerebro, pero hoy en día, gracias a las modernas técnicas de neuroimagen y la investigación que existe en neurociencia, sabemos muchas cosas sobre él que nos pueden ayudar a comprenderles.
Estudios han demostrado que el cerebro continúa madurándose y desarrollándose hasta los 25 o 30 años de edad.
La amígdala es la encargada de generar las emociones y responsable de las reacciones instintivas incluyendo el temor y el comportamiento agresivo. Esta región se desarrolla temprano.
Sin embargo, al comparar su cerebro con el de un adulto, la zona encargada de la gestión y regulación de todo lo que acontece en el resto del encéfalo (corteza prefrontal) aún es muy inmadura, motivo por el cual son tan impulsivos, temperamentales y se regulan emocionalmente tan mal. Su corteza prefrontal, la encargada de asumir el control, la tranquilidad, el orden y el equilibrio de la persona, no está aún preparada para ello, digamos que está en obras.
Por lo tanto, existe una gran descoordinación entre la zona emocional del cerebro (amígdala) y la zona pensante y ejecutiva (corteza prefrontal).
Algunas de las características que nos encontramos en esta etapa son: Impulsividad, interés por el grupo de iguales, necesidad de pertenecer al grupo, distanciamiento de sus padres, dificultades para regular sus emociones, bajo rendimiento si la tarea no es gratificante para ellos.
Lo cierto es que el cerebro del adolescente tiene una necesidad extrema de dopamina, de ahí que busquen emociones intensas y refuerzos inmediatos que, a veces, pueden dar lugar a pequeños o grandes sustos. Esto encierra también el peligro de crear adicciones, por esa necesidad de reforzadores inmediatos, como la adicción a nuevas tecnologías, por lo que debemos estar atentos, racionalizar su uso y promover una vida saludable.
Los adolescentes tienen una gran necesidad de ser vistos por sus iguales y de pertenecer al grupo. Su comportamiento es muy cambiante en función de dónde estén y con quién. Nada tiene que ver su conducta cuando están solos, cuando están con sus padres o con sus amigos.
La inhibición de impulsos, la toma de decisiones y la autorregulación emocional mejorarán después de la adolescencia.
Mientras esto ocurre y para contribuir a que suceda, la mejor manera de ayudar a nuestros hijos adolescentes es:
Permitirles su espacio y libertad a la par que sigamos siendo sus guías, su pilar donde apoyarse, el refugio donde acudir cuando sientan que todo se tambalea.
Necesitan que les ayudemos a interpretar el torbellino de emociones, actuando de corteza prefrontal, ejerciendo de timón en estos años de cambio, que sepan que estamos ahí y que se sientan protegidos.
Necesitamos armarnos de paciencia, serenidad y empatía para entender las dificultades que están pasando, para escuchar sin cuestionarlos, acompañarlos en sus momentos tristes y guardar la calma en sus momentos ansiosos.
No minimizar sus problemas con frases como “son cosas de adolescentes” porque lo que para nosotros puede ser algo sin importancia, para ellos puede una fuente de angustia. Debemos hacer un gran esfuerzo por intentar estar en su piel.
Por: Prados González Batres – 3 de junio de 2022