Normalmente son personas perfeccionistas, hacen las tareas muy bien, trabajan mucho… e interiormente se sienten como impostores.

 

No es la percepción externa sobre alguien, sino la de uno mismo. 

En el ser humano 2+2 no son 4, cada persona es diferente, pero si podemos ver que algunas pautas educativas pueden dar lugar a esto:

 

1. Crear grandes expectativas sobre los niños:

Un chico al que se le crean unas expectativas elevadísimas sobre sus habilidades. Se va dando cuenta de que para seguir manteniendo las expectativas que se le han depositado tiene que realizar un sobreesfuerzo creando la visión de que no estaba la altura, de que no es merecedor. 

2. Las comparaciones:

De dos hermanos, a uno se le considera brillante y, al segundo, se le considera más trabajador, más simpático… pero por mucho que lo intenta no llega a la altura, piensa que siempre va a estar por debajo, a pesar de que a largo plazo consiga más logros que el hermano mayor.

 

Tenemos que intentar crear desde pequeños autonomía y confianza en ellos mismos, sin exigirles unas metas o transmitirles unas expectativas demasiado altas y, por supuesto, sin comparaciones entre hermanos.

 

Aprender a valorarnos y analizar nuestros logros con objetividad ayudará a que no se produzca este fenómeno.