Rabietas

Empecemos por el principio… ¿a qué llamamos rabieta? Una rabieta es la frustración ante un deseo que no se puede conseguir: se aumenta el tono de voz, puede haber llanto, conductas motoras de pegar o tirarse al suelo…
Las rabietas son algo normal. Si te dicen que el niño tiene rabietas porque es un consentido es una auténtica chorrada. ¿A que nadie os dice que es un consentido si llora porque se ha hecho caca en el pañal? Eso se debe a que lo tenemos aceptado, sin embargo, tenemos que integrar que una pataleta también es normal.
Os lo vamos a explicar con el ejemplo de Phinias Gates, un hombre prudente, responsable, educado… que pasó a ser blasfemo, impaciente, irregular… ¿a qué os suena el segundo comportamiento? A un niño pequeño. Resulta que este hombre había tenido una lesión en la corteza prefrontal, que es la encargada del control de los impulsos, la planificación, la toma de decisiones… y que es la misma que no se desarrolla hasta pasada la adolescencia. Por lo tanto, igual que si un hombre de 50 años con esta área dañada se puede comportar así y es entendible para todos, los niños que no la tienen aún desarrollada también.
¿Cómo poner límites?
Esas rabietas son bastante irritantes y debemos tener en cuenta algunas cosas.
– Durante las rabietas no nos escuchan. No aproveches el momento para dar el sermón. Espera a que el niño se haya relajado para hablar con él. Siempre preguntándole cómo se siente y qué opina, sin ponernos en plano de superioridad moral.
– Evitar situaciones conflictivas. Por ejemplo, si tenemos que ir a baile y tenemos dos caminos viables para llegar, uno que pasa por un parque y otro no. Seamos realistas y elijamos el segundo.
– No perder el control. Somos un reflejo para ellos, cuando más agobiados nos ven, más estrés acumulan ellos.
– No utilizar chantaje emocional “mamá no te va a querer si te portas así” “verás cuando venga papá” “qué fea estás cuando lloras” “te voy a dejar sola”
– Evitar por completo las amenazas, si ponemos un castigo es para cumplirlo. No podemos decir a nuestro hijo que si se porta mal no irá al cumple de su primo si sabemos que haga lo que haga, vamos a ir. Además, no es recomendable castigar, pero en el caso de hacerlo, castigos coherentes, realistas y muy a corto plazo.
– Si cedemos a las rabietas y consigue lo que quiere, ya no solo le damos lo que está pidiendo objetivamente, también le ofrecemos el reforzador más potente que es la atención.
¿Cuándo consultar a un profesional?
– Si no bajan las rabietas a partir de los 4 o 5 años.
– Si cada vez son mas intensas y frecuentes.
– Si indistintamente de la edad afectan al ámbito familiar, social, escolar o personal.
Los psicólogos nos pueden ayudar a distinguir si se trata de un problema o del propio desarrollo del niño, a analizar cada caso en concreto, darnos pautas para hacerlo lo mejor posible, identificar errores y corregirlos… todo para el bienestar de nuestros hijos y para el nuestro.
Cualquier problemática cogida a tiempo, siempre es más sencilla de resolver.
Por: Laura María González Delgado – 16 de junio de 2022