¿Por qué nos agobiamos? Seamos sinceros, la mayoría de las veces por tonterías.

 

¿Y si fuera por cosas importantes? En general, que tampoco tendría sentido el agobio. Como dice el proverbio, si se puede resolver, resolvemos, y si no por qué darle vueltas.

 

Nos molestamos por muchas de las cosas que nos pasan. No caemos en la cuenta que vistas desde la perspectiva del tiempo algunas son necesarias para un aprendizaje vital y otras se tornarán importantes para lo que tenga que venir. Nada ocurre por casualidad. Todo conduce al desarrollo, forma parte de la aventura de la vida. Lo que de negativo puede parecer hoy, quizá con el tiempo es lo mejor que nos puede haber pasado. ¿Por qué preocuparse entonces?

 

Un ejemplo de ficción: alguien imaginario se había propuesto con mucho ahínco alcanzar un trabajo; sin embargo, por el camino pincha el coche. No llega a tiempo a la entrevista y decide ir a la cafetería de al lado. Ahí conoce a la persona de su vida. Al cabo de un tiempo se presenta para un puesto mejor y, entre las ganas puestas y lo bien que se encontraba en su etapa de enamoramiento, da la mejor versión de sí y consigue el objetivo.  

 

Por tanto, tomemos la vida según viene, con tranquilidad, sin considerar nada como negativo. Es más, siguiendo a Ortega, “yo soy yo y mis circunstancias”. Lo que nos rodea y nos ocurre forma parte de uno mismo. 

 

Nada de agobios, las circunstancias nos ayudan. Son nuestras aliadas para mostrarnos las manera de situarnos en nuestro entorno. Como si de un espejo se trataran, nos devuelven el rostro que presentamos. Ahí vemos lo que se tenemos que maquillar, cambiar o transformar.  

 

Conclusión, fuera preocupaciones. Sabemos que en la vida están aconteciendo continuamente cosas, de las que aprendemos, disfrutamos y contemplamos.