El miedo es una emoción básica, primaria y universal del ser humano y de los animales. Sentir miedo resulta desagradable, por eso, se ha etiquetado como una emoción negativa aunque en realidad es una emoción adaptativa.
Todos hemos sentido miedo en algún momento de nuestra vida y aunque tengamos la creencia de que sentir miedo es de personas cobardes o débiles todo lo contrario. El miedo es necesario ya que nos protege ante situaciones de riesgo. El miedo se activa cuando detecta una amenaza que puede poner en riesgo nuestra integridad física, nuestra vida, nuestra autoestima, nuestro bienestar emocional, nuestra seguridad, haciendo que nos retiremos de esta situación. En definitiva, el miedo nos ayuda a alejarnos de un suceso que no estamos preparados para afrontar.
Podemos hablar de dos tipos de miedo:
– El miedo funcional, que se activa ante un peligro real y nos ayuda a sobrevivir. El miedo funcional es adaptativo porque permite adaptar nuestra conducta a las situaciones, en nuestro beneficio. Este miedo, es útil porque hace que estemos alerta ante una situación que conlleva algún riesgo y actuar en nuestro beneficio en circunstancias peligrosas. Por ejemplo, el que nos hace no caminar por en medio de la autopista o por el borde de un abismo, el que nos hace no confiar en alguien que acabamos de conocer o el que hace que no nos subamos al coche con un desconocido.
– El miedo disfuncional es aquel que entorpece nuestra vida y nuestro desempeño normal. No es adaptativo ni útil para nosotros. Por ejemplo, cuando existe un fuerte miedo a los aviones y no se utiliza ese transporte, cuando no damos opción a conocer a nadie porque pensamos que todas las personas nos van a hacer daño, cuando mantenemos una relación tóxica por miedo a quedarnos solos. Ese miedo no se debe únicamente a un peligro real, sino al conjunto de experiencias y creencias que hemos vivido y forman nuestro pensamiento y nuestra manera de observar e interpretar la realidad.
¿Te ha ocurrido alguna vez que ante una situación de miedo te quedas bloqueado? Seguramente, como a todos. Ante una situación de miedo que no podemos regular o controlar y sentimos que el miedo nos invade y se apodera de nosotros, nuestra mente va a experimentar unas consecuencias que pueden ir desde el agobio, el malestar, el estrés hasta derivar en insomnio, ataques de ansiedad, pérdida de confianza, inseguridad, baja autoestima, vulnerabilidad o culpabilidad.
¿Qué podemos hacer ante una situación en la que sentimos que el miedo se apodera de nosotros y no podemos regularlo ni controlarlo?
Es importante saber que el miedo no desaparece, pues es una emoción necesaria que va con nosotros, pero podemos aprender a utilizarlo a nuestro favor.
– Detecta esos pensamientos o creencias negativos que están interfiriendo en tu vida y reemplázalos por pensamientos más adaptativos. (Restructuración cognitiva)
– No evites las situaciones que te producen malestar para no reforzar y agravar el miedo. Hay que afrontar el miedo cuanto antes para que no se convierta en una fobia. (Afrontamiento)
¿Cómo afrontar estas situaciones de miedo?
– Exponte de forma controlada y prolongada al estímulo que activa el miedo hasta que disminuya la activación. La exposición puede ser en imaginación, en vivo o mediante dispositivos tecnológicos de realidad virtual. No solo debes exponerte a los estímulos, sino también a los propios síntomas que produce la activación psicofisiológica (aumento del ritmo cardíaco y respiratorio, sudoración, temblor, etcétera) para no desarrollar miedo al propio miedo. (Exposición)
– Exponte a los estímulos que te producen malestar de forma gradual y progresiva, de acuerdo a una lista jerarquizada previamente establecida, con el objetivo de reducir la activación psicofisiológica. (Desensibilización sistemática).
No dudes en acudir a un profesional de la psicología si te encuentres en una situación que te desborde y sientas que no puedas controlar
